JOHN DEWEY

Al contar una experiencia podemos usar diferentes adjetivos que sean mas propios para describir el suceso que recuerdas para una mejor interpretación, una experiencia en el momento que ocurre puede ser emocional, pero lo mas probable es que a la hora de contarlo puede sonar, dependiendo de la persona, diferente a lo que fue, como intelectual, despreocupante o valerosa. También depende de lo que te haya dejado esa experiencia.

Aunque una experiencia sea dañina o desagradable siempre puede contener cualidad estética. Una acción moral tiene como defecto una cualidad no estética o como Dewey lo dice en su texto “anestética” que hace también referente a lo anestésico, sugiere un poco a que la acción no se realiza plenamente y toma una forma fragmentada donde toma las concesiones del deber. 

Cada experiencia tiene su propia historia y con ella un principio y un final, va con su propio ritmo y sus propias cualidades, van desde experiencias reales donde se cuenta algo importante como una comida en el extranjero hasta una tormenta en tu propia ciudad, siempre se termina uno diciendo "eso fue una experiencia" y siempre tiene cierta fluidez, no existen los puntos muertos pero si puede haber pausas, que definen ciertas cualidades del movimiento de la historia sin que esta se vuelva vana, la historia se vuelve un resumen de todo lo que realmente paso, tiene cierta aceleración que es continua y rápida, esto hace que no se separe en varias partes.

Pero va desde subir unas cuantas escaleras, hasta una pelea con algún amigo, realmente uno no le llama “tuve una experiencia”, más bien le llama “esa pelea” o “esa tormenta” y eso va impregnado de una cualidad determinada a la experiencia, a pesar de las variaciones que puede haber y que la constituyen, esta cualidad no es emocional, practica ni intelectual.

Las desviaciones de la unidad de la experiencia son abstinencia rígida, sumisión obligada, disipación, incoherencia e insistencia sin objeto del otro.

Las experiencias son importantes porque sirven para discernir de los pensamientos reales que valen la pena de los que son basura como por ejemplo: Cuando un pensador es atraído y recompensado por experiencias integrales, ya que sin ellas no hubiera podido pensar, ni desarrollar una serie de ideas practicas ni emocionales que tienen sutiles matices de una tonalidad general de un desarrollo.

De una experiencia de pensamiento surgen dos entidades diferentes de las cuales surge una tercera a la que se le puede llamar como conclusión que no está separada de las demás sino que ocasiona que haya una ejecución en el movimiento. Esta experiencia de pensamiento tiene su propia facultad estética.

Sin embargo la experiencia estética es algo diferente, ya que las estéticas son reconocidas por su materia y las experiencias que poseen cualidades estéticas llevan a una conclusión intelectual que son signos o símbolos que no tienen una cualidad interior propia pero que sustituyen a cosas que pueden en otra experiencia ser experimentadas en su propio valor. La experiencia misma tiene ciertas cualidades emocionales que se vuelven satisfactorias porque contienen una integración interna y un cumplimiento, alcanzado por un movimiento organizado.

En lo que respecta a la estructura artística, tiene una fascinante composición ya que como experiencia puede ser inmediatamente sentida y en este sentido es estética, y esta cualidad sirve para emprender una investigación intelectual, debido a que ninguna actividad intelectual es una experiencia sin que esta cualidad estética venga a completarla. Esto nos dice que lo estético no puede ser completamente tajante con las experiencias intelectuales, ya que lo necesita para estar completo.

Lo no estético, o mejor dicho lo anestético, que se encuentra entre dos limites, el primero es la decisión desatada que no comienza en ningún lugar y concluye donde sea, y el otro es donde todo esta forzado, y manipulado, que proviene de parte a una la manipulación mecánica.

Lo contrario de lo estético, según Dewey, no es lo intelectual ni lo practico, de echo es lo mediocre, el relajamiento de los fines, la sumisión a la convención en los procesos prácticos e intelectuales.